¿La ciencia, los chakras y el corazón?

Desde hace algunas decadas, la medicina tradicional, es decir, aquella que incluye a las medicinas indígena, alternativa, complementaria e integradora [1] se encuentra en expansión en el mundo occidental, sin embargo, el sistema de creencias de este lado del mundo ha establecido parámetros bien definidos sobre lo que es comprobable y verdadero desde el catalejo de la ciencia.

Si algo se puede percibir con nuestros sentidos, medirlo y analizarlo bajo un método que arroje un resultado, es conocimiento que cuenta con una justificación lógica para ser incorporado en las creencias de las mujeres y hombres occidentales.

La cosmovisión oriental así como las propia de las culturas ancestrales sudamericanas percibían más alla de lo evidente: de lo invisible surgía lo visible.

Por esta razón, en los últimos años se han realizado esfuerzos para desarrollar estudios científicos en diversos temas. Uno de ellos es el relacionado con los chakras.

El punto de encuentro: ciencia, chakras y el corazón.[2]

La palabra chakra tiene su origen en el idioma sánscrito y significa -rueda de luz-. Este término se utiliza para describir los centros de energía de nuestro cuerpo; estos circulan la energía para nuestro bienestar físico, emocional, mental y espiritual. Estas ruedas recopilan, transmiten y transforman la energía que viaja por cada uno de los órganos de nuestro cuerpo físico y, más allá, de nuestro cuerpo invisible o sutil.

Se han desarrollado muchas investigaciones científicas en torno a los chakras, destacando el trabajo realizado por la Doctora Valerie Hunt, profesora de kinesiología en la Universidad de California, ya que ha medido el electromagnetismo humano en distintas condiciones a través de un electromiógrafo, es decir, un instrumento que mide la actividad eléctrica de los músculos.

Hunt descubrió que el cuerpo físico emanaba cierta radiación en los lugares que normalmente están asociados a los chakras; además, descubrió que alugnos niveles de conciencia estaban relacionados con frecuencias específicas.

Cuando las personas que participaron en su investigación pensaban en situaciones cotidianas, sus campos de energía presentaban frecuencias que llegaban a los 250 cps (unidades poise o viscosidad dinámica): esta es la misma frecuencia que tiene el corazón.

Cuando se midió el campo de energía en los videntes, su frecuencia osciló entre los 800 y 900 cps, y los místicos, que están conectados continuamente a su esencia superior, presentaban un campo de energía por encima de los 900 cps.

Los descubrimientos de Hunt coinciden con la doctrina tradicional de los chakras: los chakras pueden ser peldaños que conducen a la iluminación donde cada uno de ellos invita a una concienca espiritual diferente y a un incremento de la frecuencia del cuerpo invisible o sutil.

Asimismo, Hunt descubrió cambios en la coloración que emanaba de los chakras, cuando se aplicó un tipo de masaje denominado rolfing.

Mientras se registraban los cambios, la sanadora y reverenda Rosalyn Bruyere registró los colores que veía a través de su percepción psíquica: el chakra raíz, ingle o primer chakra, era rojo; el chakra sacro, abdomen o segundo chakra, era naranja; el chakra plexo solar o tercer chakra, era amarillo; el chakra del corazón o cuarto chakra, era verde; el chakra de la garganta o quinto chakra, era azul; el chakra del tercer ojo, frente o sexto chakra, era violeta; y el chakra coronilla o séptimo chakra, era blanco.

Esta sólo es una forma en que la ciencia se está acercando al conocimiento antiguo. Estamos comenzado a darnos cuenta de que todas las cosmologías -mundana, física y mística- muy bien podrían se la misma cosa.

Notas:

[1] Ver: "A System of Health Accounts 2011 Edition" (Informe sobre el sistema de salud edición 2011), Organización Mundial de la Salud, Año 2011. Disponible para descargar (sólo en Inglés) en: http://www.who.int/health-accounts/methodology/sha2011.pdf;

[2] El contenido de este apartado fue tomado de la siguiente obra:

DALE, Cyndi, "El cuerpo sutil: Una enciclopedia sobre la anatomía energética", Ed. SIRIO, España, 2013. Págs. 267-283.